Todo empezó allá por finales de 2006. Blogger era un espacio de encuentro en el que muchos nos decidíamos a mostrar, no sin timidez, un poco de lo que queríamos liberar en el mundo. En mi caso, se trató del intento número “n” de crear un blog y el mismo se mantuvo durante casi 10 años, hasta mediados de 2016, lo que no fue poca cosa: 379 entradas en las que se se dispersaron algunas discusiones internas, muchos intentos de poesía y, rumbo al final, otros tantos intentos de narrativa.
El blog fue un gran espacio para ensayar algunas de las ideas que, según el yo de aquel tiempo, algún día se concretarían en una producción sostenida de producción literaria. Aunque aquellas pretensiones nunca avanzaron demasiado, el blog sí que se convirtió en un espacio de ejercicios de escritura y un tanto más de deseahogo.
Descubrí Substack hace poco más de un mes, mientras intentaba —una vez más— ponerme a escribir y me pregunté si sería un buen momento para revivir aquel blog, Serendipias y Onomatopeyas, en una versión más arcorde a los tiempos actuales.
He aquí la respuesta.
¿Qué pienso traer a este lugar?
Un poco de contexto. En 2016, cuando terminé por abandonar el blog, lo hice en parte porque perseguía otros intereses. En aquel año continué con mis estudios de posgrado que concluyeron casi seis años después, justo en medio de la pandemia. La vida cambió mucho en ese breve lapso y una de las cosas que noté fue la necesidad de volver a escribir.
Claro, como muchas cosas que uno quiere hacer, siempre hay más motivos para ir posponiendo el inicio. Pero este 2024 se volvió inevitable retomar los ejercicios. He de decir que este último par de meses han sido emocionantes a ese respecto.
¿Qué tiene que ver todo eso con esto? Pues que de eso va este pequeño espacio que aquí inicia: compartir con quien desee acompañarme algunas de las cosas que alimentan mi deseo de recuperar el camino que una vez se inició con Serendipias y Onomatopeyas, el de la escritura.
¿Por qué querrías acompañarme?
Confieso que soy una persona muy desorganizada. Parte del caos en el que suelo sumergirme es el de la lectura. A veces estoy leyendo dos, tres libros al mismo tiempo —costumbre que adopté por un profesor—. Creo que algo puede surgir de ese caos y quisiera compartirlo contigo: no solo lo que leo, sino lo que pienso alrededor de ello, y lo que escribo a partir de eso.
Entonces, si quieres acompañarme en mis lecturas alrededor de la narrativa en general, pero sobre todo, en géneros como el weird, el fantástico y la ciencia ficción, quizá podamos hacernos buena compañía. Trataré de compartirte mis lecturas sobre todo en torno a textos breves y compendios de relatos, pero también te platicaré de lo que me han dejado las lecturas de novelas y sagas. Y, por supuesto, intentaré de forma periódica compartir mis propios ejercicios creativos contigo.
¿Esto va en serio?
La respuesta corta es sí. Por ello, mi compromiso es que al menos una vez a la semana dejaré notas en torno a las lecturas que realizo en este espacio y al menos una vez al mes dejaré un relato propio —y solo en ocasiones extraordinarias, extractos de un texto en proceso, pues la idea es compartir los textos más terminados posibles—.
Esta breve presentación se cierra con una imagen capturada después de una noche de lluvia en Tuxtla Gutiérrez, de donde quien esto escribe es originario. El parque en el que se tomó la fotografía, “de la Marimba” se mantiene prácticamente igual después de todos estos años aunque en la actualidad hay más cafeterías y sitios de comida alrededor.
Este pequeño espacio en la capital de Chiapas es un tanto pintoresco. Es uno de los pocos atractivos turístico de la ciudad y pero no deja de ser visitado, sobre todo, por los locales. Es un punto de encuentro y, quiero imaginar, el sitio en el que siguen iniciando —y a veces, concluyendo— muchas historias. Así que me parece un buen inicio para este nuevo espacio.
¿Alguien gusta un café? Nos leemos pronto. Gracias por llegar hasta aquí.