Reseña - Colectivero No. 1 Primavera 2024
Nueva revista física sobre ciencia ficción en español con una heterogénea propuesta de autores y temáticas.
Llevo un par de meses coleccionando enlaces a blogs, portales, substacks, páginas de Facebook y canales de YouTube que aborden la narrativa alrededor de algunos géneros en particular, como la ciencia ficción, el horror y la fantasía. Fue en una de estas excursiones virtuales que di con Planeta Misterio, un podcast producido por Óscar González Cruz y que en enero pasado cumplió sus primeros cuatro años en línea. Sin embargo, no es del podcast de lo que quiero hablarles sino de la revista que González ha iniciado como parte de este esfuerzo de divulgación de la ciencia ficción en español: COLECTIVERO.
La revista tiene varias puntos que debemos destacar en el panorama de la literatura en general, de la narrativa en particular y del género específico que es la ciencia ficción: busca no solo divulgar el trabajo y quehacer de talentos contemporáneos sino además retribuirles por su producción literaria. Eso, en mi opinión, no es poca cosa. Espero que el esfuerzo rinda muchos frutos y que se vuelva un referente en este sentido.
Es cierto que hay múltiples revistas electrónicas con largo camino andado (supongo que en algún momento me referiré a Anapoyesis que me parece que ha venido haciendo un excelente trabajo a este respecto, entre muchas otras publicaciones digitales). Sin embargo, tratar de lanzar una revista de narrativa de Sci-Fi en español desde Latinoamérica en versión impresa y que, además, busque ser sostenible para pagarle a las y los escritores que presentan sus trabajos… bueno, ya desde ahí se merece un aplauso, ¿no creen?
El volumen del primer número me llegó el pasado fin de semana y he decidido reseñar rápidamente el tomo que, me parece, contiene varias cosas destacables además de lo ya dicho. Para dar con el número, pueden adquirir en Amazon la versión física.
El Número 1 de COLECTIVERO reúne nueve relatos con los que debuta en las publicaciones físicas del género Sci-Fi. La premisa es simple: ciencia ficción contemporánea en español. Con la curaduría de Óscar González —quien tiene publicaciones de relatos por su parte— se nos permite abordar esta breve pero heterogénea selección.
Como arranque, este Número 1 aborda varios de los tropos comunes, con lo que el familiarizado con el género se sentirá en casa y el curioso adquirirá un panorama adecuado. La factura de los textos es también heterogénea en al menos dos términos, extensión y temática particular.
Esta primera entrega arranca con un par de textos breves, Una última vez de Alejandro Mendizábal y La esposa del mundo de Ng Yi-Sheng, y cierra con otros dos de aliento similar, El día que murió Newton de Héctor Medina y Días de jardinería del propio Óscar González. Es en estos flash-fiction donde la heterogeneidad del conjunto parece más evidente no solo por las temáticas abordadas —un relato de amor y desaparición, un weird que recuerda a La Tina del Génesis en “La Casita de los Horrores VII”, un relato un tanto caótico sobre desaparición de la gravedad y el malicioso monólogo de botánica e ingeniería genética que cierra el volumen—, sino también por la variedad de la propia factura.
Sin embargo, es en los relatos centrales donde se nos ofrecen las historias más densas y desarrolladas, algunas logradas con notabilidad y que circulan entre el cyberpunk y los encuadres de la ciencia ficción clásica.
Por ejemplo, Campos de Margaritas de Sandra Rocha y Wakefield de Jorge Machado tienen por escenario el espacio aunque cada una con una complejidad y trama distintas que buscan explotar ese contexto de forma particular. Por ejemplo, Rocha nos presenta a una mujer que lucha por derrocar un gobierno, un enganche que nos puede recordar las odiseas clásicas de hombres y mujeres combatiendo un imperio; sin embargo, se nos presenta a una Brenda Glenn cuyo carácter iracundo no permite acceder a esa capa sensible del personaje que, de pronto, aparece en el desenlace y parece no cuadrar con el preparado giro de tuerca que la autora prepara desde los primeros momentos del texto. Por su parte, Machado utiliza un planetoide y el clásico grupo de científicos insertos en una tarea rutinaria y aburrida convirtiéndose en el centro de la perdición del resto de la humanidad; en este relato, que sobresale por su forma de mantener cierta tensión a lo largo de las distintas escenas —además de ser el más extenso del volumen—, Machado recurre a ciertos estereotipos —la clásica científica bella como Nightindale y su opuesto con Rosebud— para construir la escena y conducir la historia hacia su fin ineludible, fascinante e inquietante a un tiempo.
Más en el terreno del cyberpunk se nos ofrecen Leslie Lang, Recopiladora de Mónica Chávez que sin profundizar en la construcción del ambiente ni oscurecerlo demasiado con descripciones densas de atmósferas opresivas —de hecho, después de una sola lectura, el escenario bien podría confundirse con alguna ciudad decadente contemporánea— logra, utilizando algunos elementos del género, reflexionar sobre la fragilidad de la sensibilidad humana ante el exceso de estímulos al que nos sometemos. Esta idea, cuya tensión logra transmitirse en algunas escenas, quizá podría ser más manifiesta por momentos o convertirse en formas de tensión más inquietantes sobre todo en la relación de Leslie, la protagonista, y Ronda. Pero más allá de eso y un desenlace que quizá desentona un poco con el desarrollo que se nos había mostrado de Leslie, la idea es sugerente y atrapante.
En este mismo tono, La Takeover de Aníbal Hernández muestra una apropiación del género que impresiona, sobre todo por el giro de tuerca final, en el estilo del engaño dentro del engaño, un recurso que como un dulce bien dosificado, se agradece cuando se nos enfrenta a este tipo de historias. La ambientación, además, nos coloca en un territorio que permite identificar ciertas tensiones —geopolíticas, raciales, ¿etc.?— que el cyberpunk despliega no como pretexto ni mero recurso estilístico, sino como forma de aproximarse a tensiones y preocupaciones contemporáneas. De hecho, Hernández nos muestra que el móvil de los personajes que conocemos es, por definición, una defensa de lo más humano. Por cierto, Óscar González en una emisión reciente de Planeta Misterio, el podcast que produce, realiza una lectura de este mismo relato. Cabe decir que el arranque puede sentirse un poco difícil de seguir y la tensión difícil de construir en la primera parte, pero una vez que los detalles empiezan a surgir, uno desea llegar a la resolución.
Mención aparte, me parece, tiene el texto de Luis Ángel Martínez Nieto, El relato del sirviente, que se nos presenta como una apropiación de The Handmaid’s Tale de Margaret Atwood. De hecho, la escena base del breve texto sigue el hilo de un pasaje del libro original, dejándonos un rastro de pistas que nos indican que algo está fuera de su lugar. En un arriesgado movimiento, el relato nos recuerda la variedad de las formas de opresión en este remixeo de la ya clásica distopía.
Así, el conjunto organizado por Óscar González Cruz completa un panorama que nos permite encontrar o reencontrar autores del género en lo que el compilador confía sea una “nueva era dorada de la ciencia ficción en español”. Con tan altas esperanzas, lo único que podemos desear es que este proyecto sea una de las puntas de lanza de estos nuevos vuelos.
SERENDIPIA
Otro lanzamiento reciente es el que realizó el blog de Ciencia Ficción México con un fanzine dedicado en exclusiva al cyberpunk y teniendo como escenario el territorio de Puebla, México, como requisito de sus relatos. El volumen de arranque de Sarape de Neón Ezine se tituló “CamotePunk”, combinando el producto típico poblano con el apellido del subgénero al que dedicó su selección. La publicación reúne más de 20 relatos así como muestras de arte digital y se ha estado presentando en algunos foros en Puebla. Parece haber arrancado con buena convocatoria y logró reunir a varios nombres conocidos y otros no tanto de la escena de la narrativa de ciencia ficción mexicana en particular.
ONOMATOPEYA
En Apple TV+ se acaba de estrenar la serie “Dark Matter” basada en la novela del mismo nombre de Blake Crouch. Sin haber tenido oportunidad de revisar el texto —del que, confieso, me entero por la serie— lo primero que me obliga a preguntarme es cómo se narra la historia que, en la pantalla, es bastante trepidante incluso desde el primer capítulo. Veamos —SPOILERS A PARTIR DE AQUÍ—: tenemos en primer lugar el pretexto del “doble”, la idea de que, de pronto, hay alguien más como tú mismo —misma historia, ideas, todo— y llega a tomar tu lugar. El personaje principal, Jason, tiene una vida tranquila e idílica pero, claro, todo está a punto de ponerse de cabeza debido a este pequeño inconveniente. Tan pronto como el primer capítulo es posible engancharse. Pero lo que me intriga es cómo se nos van mostrando las escenas a partir del siguiente episodio, un entrelazamiento entre una cara y otra de la historia. Y mi duda es esta: en televisión, estos cambios son evidentes y se acentúan con recursos sonoros —un fragmento musical, un efecto— o visuales —un cambio en el color, la iluminación, un flashazo—, pero lograr este ritmo trepidante en narrativa no es lo mismo y puede ser incluso agotador. Los cambios de punto de vista no solo tienen que ser claros, sino evitar el mareo del lector. Y por esa razón, por la mera intriga de cómo lo hizo Crouch, iré a buscarme el librito a ver qué tal lo hizo. En mi opinión, este tipo de cambios no son tan de mi agrado mientras leo, incluso prefiero pasajes largos siguiendo el POV de un solo personaje antes de enfrentarme al de otro, por ejemplo, en The Stand de S. King, hay capítulos kilométricos con ritmos más bien lentos, como la salida de Larry Underwood de Nueva York, o pensemos en el manejo del POV en Canción de Hielo y Fuego donde cada capítulo se desarrolla desde la posición de un solo personaje—. Entonces, si en algún momento logro echarle mano a “Dark Matter”, prometo traer aquí este tema de nuevo porque, de momento, me he quedado con la espinita.
Si has llegado hasta aquí, gracias por atender esta primera serendipia con reseña de publicación. La próxima semana me gustaría compartir un pequeño relato para exponerme a la crítica de ustedes, lectores, y permitir a quienes hayan leído mi reseña de los relatos de COLECTIVERO una posible revancha si es que en algún momento sienten que he utilizado rudeza innecesaria (espero que nadie lo perciba así).
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