Miedo al olvido
¿Temes olvidar o ser olvidad? — Preparativos de fin de año — Nuevas adicciones
Escribo esto mientras intento poner en orden una serie de ideas distintas sobre las cosas que debo hacer. O mejor dicho, sobre cosas: las que debo, las que quiero, las que urgen, las que importan. ¿Cómo haces una lista y la sigues cuando las categorías son extremas?
Esto ha traído consigo una serie de problemas adicionales: fallas de memoria.
Muchas veces he hecho el propósito de utilizar ayudas para organizarme. He tenido agendas, journals, aplicaciones de distinto tipo (ya sabe, las To Do List Apps como… To Do List, Wunderlist, Calendario de Google, Calendario de iOS, Calendario de Outlook…). Al final, entre tantos recordatorios, muchas veces termino haciendo solo aquello de lo que me acuerdo sin necesidad de consultar las listas, donde sea que se encuentren.
Pero últimamente, sobre todo cuando se trata de escritura creativa, he empezado a desarrollar el miedo a que olvide las pocas cosas que había empezado a aprender.
Hace poco revisaba –y por decir revisaba me refiero a que releía a vuelo de pájaro– el borrador de un texto y noté varias cosas que no me gustaron. Gerundios innecesarios, comas excesivas, queísmos y tanto más. De esas veces que te dan ganas de borrar por completo –y quizá convendría hacerlo– el archivo y olvidarte por fin del mismo.
En parte, es una respuesta involuntaria pero rutinaria a cuando uno de los manuscritos es rechazado. La cosa es más o menos así: encuentro una idea, hago un boceto mental de la misma, empiezo a escribir, logro un borrador, hago una primera revisión, si hay tiempo, imprimo y leo en papel para, ahora sí, editar y llego a una etapa de satisfacción, una especie de rush de azúcar en la que el manuscrito me parece terminado así que, confiando en él, en mí, lo envío… entonces llega –cuando llega– la negativa y vuelvo a revisar el texto, encuentro defectos que no había notado y desconfío de él, de mí, de lo que hice. ¿Cómo olvidé tantas cosas básicas? Es lo que me pregunto.
Aquí alguien dirá que esa experiencia me permitiría reescribir, mejorar, editar de una forma adecuada el manuscrito para ponerlo a consideración de nuevo. Pero eso, de momento, no está pasando. En parte por falta de tiempo. Pero por otra, porque… no sé.
Y eso ha puesto en marcha un mecanismo de distanciamiento con esos textos, de espaciar cada vez más la práctica y de olvidar, o empezar a olvidar, lo que creía que sabía sobre todo este rollo.
¿Autosaboteo? Sí, muy muy muy probablemente. En parte, al menos.
Porque, por otro lado está el hecho de que podría decir, ‘lo publicaré en el Stack’. Pero cuando eso pasa, me detengo. Porque, aunque tengo muchas ganas de compartirles algunas de esas cosas, todavía, en el fondo, creo que tienen el potencial para… para lo que sea que tengan el potencial.
¿Qué relajo todo esto, no?
Lo siento. Un poco.
Pero volviendo al tema, está la situación de olvidar, o de temer olvidar. Y supongo que eso nos pasa, de vez en cuando, sobre todo en esos periodos en los que más urgencia tenemos por aprender más y mejor.
SERENDIPIAS
Esta entrada esta a punto de perderse en el abismo del olvido pero en una especie de acrobacia espacio-temporal, hemos logrado ponerla de pie para que llegue a ustedes.
Los cierres de año son caóticos para muchas personas y en cuanto el calendario marcó Noviembre, empezó –para mí, al menos– el cierre de año en forma oficial. Eso implica acelerar la marcha en algunas cosas, cerrar proyectos, abrir otros y hacer espacio.
Diciembre, las navidades, son mi época favorita del año y me gustaría mucho disfrutar las últimas semanas del año con algo de calma. Pero para eso, hay que entrar en modo frenético durante las próximas semanas.
¿Ustedes cómo se preparan para el fin de año? ¿Es una temporada calmada o caótica? Ya me dirán.
ONOMATOPEYAS
Hay varias cosas que no he podido hacer en las últimas semanas: ver a mis amigos, leer los libros pendientes, ver las series que dejé en curso…
He hecho otras, por supuesto. Entre ellas, tomar un respiro para descansar durante unos días. Más que un respiro, fue una bocanada de aire para sumergirme en lo que viene.
Entre las cosas que he hecho se encuentra un nuevo hobbie.
Aunque siempre me han gustado los juegos de mesa, a la vez nunca les he dedicado demasiado tiempo. Sin embargo, gracias a un nuevo amigo, empecé a entrar en el mundillo –adictivo hasta el límite– de un juego de cartas coleccionables.
Se trata de Magic: The Gathering. A lo mejor has escuchado del juego. Pero si no, se trata básicamente de esto: es un juego de cartas intercambiables en el que te conviertes en un hechicero que transita entre distintos universos –o planos– y te enfrentas a otros hechiceros invocando criaturas que pelean entre sí.
Una de las cosas que tienen y que creo que lo hacen tan adictivo es la amplísima variedad de cartas. Pero tiene también un lore (este es un tema del que me gustaría hablar más en otra ocasión) muy atractivo en el que se mezclan fantasía, ciencia ficción y horror. ¿Ahora se dan una idea de por qué terminé enganchado al mismo?
Si alguna persona entre quienes leen juega, un día podríamos encontrarnos para lanzar hechizos.
Gracias por llegar a esta carta semanal, tardía y en constante lucha contra el olvido. Nos leemos la próxima semana.
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¡Hasta la próxima semana!