Deseos navideños
Un villancico puede recordarte que estás en el lugar correcto en el momento equivocado — El Grinch y cinco películas navideñas
Hace un par de semanas fui al supermercado. Una cosa rutinaria. Hice la lista mental y la repetí entre dientes a lo largo del camino. Al llegar, tome uno de los carritos y lo empujé hacia la entrada. Una de las ruedas parecía estar fuera de su eje y hacía que, en lugar de deslizarse sobre los azulejos grises del pasillo, el armatoste temblara y se arrastrara sobre el piso produciendo un traqueteo imposible de tolerar.
Jalé el carrito de vuelta hasta la fila donde sus compañeros inmóviles esperaban al resto de compradores y lo cambié por uno que se movía con mayor fluidez mientras lo empujaba con calma.
Cuando por fin entré, me dirigí hacia los pasillos del fondo. Todos los supermercados son más o menos la misma cosa. Tan pronto entrar, los anaqueles de electrónicos, las islas de botadero con cables y adaptadores a los que recurres cuando menos lo esperas, los pasillos con los televisores sintonizando los programas matutinos que son, también, todos iguales. Más allá la farmacia y aseo personal. Un poco más adelante, los pasillos de cosas para bebés, blancos, ferretería. Al doblar a la derecha, las torres de juguetes apilados y unos pasos después, por fin, los alimentos: carnes y pescado, frutas y verduras congeladas, pasillos de enlatados, pasta, leche, harinas, galletas, legumbres, pan, aderezos, dulces, refrescos, lácteos… hasta el fondo, los frescos –frutas, verduras, hortalizas– y salchichonería.
Ruta habitual. Recorrer cada uno de los pasillos tachando en la lista mental las cosas que debía llevar conmigo. Pero una cosa pasó.
Mientras me acercaba a la zona de alimentos noté el sonido. Se trataba de una canción conocida. Estoy tratando de recordar quién la cantaba. Creo que era Luis Miguel. ¿Sí recuerdan que El Sol de México grabó un disco navideño, cierto? Hagamos la digresión:
Navidades es el título del disco número 17 en la historia musical de Luis Miguel. La producción, distribuida por Warner Music salió al mercado a finales del otoño de 2006, esto es, hace 18 años. Además de los clásicos Noche de Paz y Blanca Navidad, el disco contiene una versión de Santa Claus llegó a la ciudad. Y esta es precisamente la canción que reconocí mientras me adentraba en los pasillos del supermercado.
La canción es otro de los clásicos navideños y pieza permanente en cualquier película grabada y por realizar en el cine hollywoodense. Y esto se debe, quizá, a que la reconocida melodía ha sido versionada en una cantidad innumerable de ocasiones. El tema, compuesto en 1932, tiene entre sus más célebres intérpretes a Frank Sinatra y es esa versión la que, con una alta probabilidad, has escuchado en alguna película.
Cerramos digresión.
Empujaba el carrito del supermercado sobre los oscurecidos pasillos donde los trabajadores, en sus chalecos azules deslavados, se esforzaban por poner orden en anaqueles que muy pronto serían manoseados por compradores que buscan el regalo perfecto navideño. Y mientras ellos hacían lo suyo y yo, lo mío, Luis Miguel cantaba Santa Claus llegó a la Ciudad. Y a mí, el corazón se me arrugó como una hoja que estás por lanzar a la basura.
Me sentí mal. Estaba en plena época navideña, mi temporada favorita del año, la que más espero por múltiples razones —el clima, los decorados, la comida, el espacio para estar con la familia, el tiempo para ver los amigos, la emoción de escoger regalos, la posibilidad de la pausa exacta para que todas las esperanzas se renueven– y yo ni siquiera había tenido tiempo para darme cuenta de ello. Yo no estaba en modo navideño.
Que algo tan esperado te pase inadvertido se siente como una forma de abandono.
Me ha tomado tiempo y aún no logro entrar en modo navideño. Pero supongo que todavía no es tan tarde.
SERENDIPIAS
¿A cuántos “grinchs” tienes en tu vida? ¿Cuántos que dicen “odiar” la navidad? Al menos, apuesto, a uno.
A mí me gusta el Grinch y estoy en un momento en el que creo que es uno de los mejores personajes y de los que mejor representa la navidad.
Vamos por partes: el Grinch vive solo, teniendo por única compañía a su perro Max, quien se muestra como un cuidador incondicional de su amo. Su molestia sobre la navidad se debe a que el espíritu navideño se apodera de la gente volviéndola, en su opinión, más insoportable que de costumbre. Este personaje de pelo verde tiene el corazón encogido debido a su aislamiento.
La noche de Navidad, el Grinch decide que acabará con esa felicidad “robándose” el sentido de la celebración: los regalos. Sin embargo, lo que ocurre una vez cumple su cometido es que se ha equivocado. La fiesta nunca se trató de regalos. “Tal vez la navidad”, piensa nuestro incomprendido personaje, “no viene de una tienda”.
En un acto de arrepentimiento, intenta devolver los obsequios y confiesa la fechoría. En lugar de ser atacado por lo que ha hecho, recibe comprensión y hospitalidad. Eventualmente, el corazón del Grinch crece, que es lo mismo que decir que recupera algo perdido.


Entonces, el Grinch no odia la navidad, simplemente no la comprende. No quiere aislarse, sino que teme ser rechazado. Y no era en realidad un ser malvado, sino confundido.
El Grinch es una historia de redención, si se le quiere ver así. No un pretexto para ser un patán con quienes deciden poner listones y brillos a una época que es el pretexto perfecto para acercarse adonde y con quienes uno desea estar.
Por cierto que las versiones de este personaje de Dr. Seuss también han sido múltiples y una de las más recientes es la de Benedict Cumberbatch en la película animada de 2018. Aunque seguro muchos recuerdan la de Jim Carrey del año 2000.
Entonces, si alguien dice que es un Grinch, yo puedo apostar con bastante seguridad de que no vio la película, leyó la historia ni se enteró del desenlace. Y como el personaje, está confundido. Acércenle una taza de ponche caliente a esa persona y cántenle un villancico, por favor.
ONOMATOPEYAS
Ahora, la no pedida y completamente innecesaria lista de mis películas navideñas favoritas.
Empezamos con El Descanso, del año 2006, que tiene en su reparto a Kate Winslet, Cameron Díaz, Jude Law y Jack Black. Es este último el que me hace elegirla. Se trata de una comedia romántica donde dos mujeres intercambian casas para las fiestas de Navidad y terminan encontrándose a sí mismas. Está disponible en Prime Video y ocupa el lugar número 5.
En el siguiente lugar, y muy difícil de elegir, se encuentra Gremlins. Sí, la película de las pequeñas criaturas mogwai entra en este top. El filme tiene la mano de Steven Spielberg por todos lados y es una mezcla de navidad, terror, comedia y peluches. Por supuesto, todos queremos un Gizmo. Está disponible en Max y en renta en otras plataformas.
En el lugar 3 y muy discutible se colocaría The Nightmare Before the Christmas o El Extraño Mundo de Jack, para los cuates. Esta historia de Tim Burton mezcla Halloween y Navidad en una licuadora stop-motion con ambientación gótica. La cinta ya tiene sus buenos 31 años de haberse estrenado pero se disfruta cada vez mejor. Está disponible en Disney+.
En el lugar número 2 y por mera nostalgia voy a colocar a Mi Pobre Angelito. Esta película que llenaba la programación navideña del Canal 5 (y seguramente lo sigue haciendo) es icónica por su Macaulay Culkin personificando al sagaz Kevin McCallister. Como ya sabemos, un corte de luz la noche previa al viaje navideño de la familia McCallister genera un caos que da como resultado el olvido del pequeño Kevin quien, “solo en casa”, tratará de disfrutar una navidad sin familia hasta que un par de granujas (los geniales Joe Pesci y Daniel Stern) intentan realizar un robo al hogar. Música navideña por todas partes, humor físico propio de los 1990s y el ya clásico gag de Kevin poniéndose loción en el rostro. Esta cinta estrenada en 1990 está disponible en Disney+.
Y en el primer lugar, la que ha sido catalogada ya como la película más navideña de la historia, incluso por encima de las películas de Rodolfo en Reno: Duro de Matar. La primera, por supuesto, aunque se presta para un maratón de al menos hasta la segunda entrega. Uno de los mejores y más divertidos Bruce Willis interpreta al hombre de acción John McClane, un detective que se encuentra pasando dificultades en su matrimonio debido a su trabajo y viaja a Nueva York para pasar la celebración con su familia. Sin embargo, tan pronto llega a Nakatomi Plaza, un grupo terrorista liderado por Hans Gruber (¿no les encantan esos nombres de villanos que transpiran maldad en cada letra?) interpretado por el genial Alan Rickman, irrumpe en el edificio con la intención de robar una tonelada de dinero. ¿Quién podrá impedir el desastre? Ni más ni menos que John McClane. Por favor, esta película tiene navidad por todas partes, balas, explosiones, acción y comedia. Una joya cinematográfica de la temporada. Por supuesto que es la número uno de esta lista. Está disponible en Disney+.
Además de estas recomendaciones personalísimas, otras cosas que valen la pena son El joven manos de tijera, Kiss Kiss Bang Bang (una de las cintas que marcaron el regreso de Robert Downey Jr.), por supuesto, El Grinch, la muy vieja Santa Cláusula con el entonces en ascenso Tim Allen, la más reciente Los que se quedan, y solo por no dejar fuera al fabuloso Bill Murray, la cinta Scrooged que es, por supuesto, una de las innumerables versiones de “Un cuento de navidad” de Charles Dickens.
Con esto, deberías poder tener suficiente para un maratón navideño cinematográfico.
Estas semanas han sido inconstantes pero como es época de propósitos, anotaremos en los del próximo año la constancia de estas entregas. Mientras tanto, disfruta esta época, celebra tanto como puedas, abraza mucho y déjate contagiar por el espíritu navideño.
Muy felices fiestas para ti que llegaste hasta este rincón, ten un fantástico cierre de año y que 2025 renueve todo lo bueno, despeje todo lo malo y abra caminos para todo lo mejor. ¡Feliz Navidad!