Confiar en el cañón de la pistola: lo imposible y lo inevitable
La pistola de Chéjov y los caballos de Lish/Spanbauer | Series (i)limitadas | Una novela CiFi por entregas
Durante un tiempo estuve participando en un foro de escritores independientes en el que la mayoría de las personas compartían fragmentos de su trabajo, publicaciones e incluso convocatorias a concursos de narrativa. En un par de ocasiones me animé a postear ahí entradas de esta bitácora pero ninguna recibió comentario alguno. Lo cual, no me molestó demasiado. Pero me dejó ver que, mucha interacción, no iba a lograr en ese espacio. Por más que la buscara.
En lugar de seguir en ese territorio decidí buscar talleres. Ya he comentado de un par de ellos y esta semana inicié otro, este de Ciencia Ficción, facilitado por la revista Anapoyesis, una publicación dedicada a la literatura especulativa y muy activa en redes. Como apenas va una sesión, ya les contaré después un poco sobre la experiencia.
Pero es a partir de esta primera clase que recordé el foro aquel de Facebook y una situación particular en la que un autor compartió un breve relato acompañado de una solicitud de comentarios y opiniones.
Mientras estuve en el foro decidí que, de opinar sobre algún trabajo, lo haría solo si había ese tipo de solicitudes explícitas así que, cuando encontré la publicación de la que les hablo, abrí las imágenes, leí el relato y ofrecí lo que, a mi juicio, me llamó la atención.
Sin dar demasiados detalles, el relato, muy breve por cierto, narraba lo siguiente: un gato huye de la lluvia y (al parecer) se interna en un restaurante donde dos hombres conversan, el mesero que los atiende se aleja y el gato (al parecer) sigue a este personaje y lo observa leer una carta. La última escena se desarrolla (creo) en un callejón donde uno de los hombres de la primera escena dispara al otro por lo que parece ser un arranque de celos.
Hay al menos dos cosas que recuerdo haberle preguntado al autor. La primera era, de qué se trataba la historia. Para un relato tan breve, parecía haber demasiados elementos y algunos no parecían encajar en el hecho puntual que parecía plantearse, la posible emboscada de un amigo al otro. La segunda es, ¿cómo apareció la pistola al final sin que nosotros tuviéramos una sola pista?
La pistola de Chéjov
Anton Chéjov (1860-1904) fue un cuentista y dramaturgo ruso cuya obra sigue siendo de referencia para los narradores contemporáneos, especialmente en el género del cuento. A él se debe un principio dramático que conocemos coloquialmente como la pistola de Chéjov aunque, al parecer, la versión original era la de una escopeta.
Fuera el arma que prefiramos, el consejo de Chéjov era muy puntual: si durante el primer acto aparece una pistola, en la resolución de la historia alguien tiene que dispararla.
Se trata de una recomendación que los minimalistas (como Spanbauer o el más contemporáneo Palahniuk) han aplicado a su muy particular modo. Chéjov intentaba decir, en sus términos, que todo lo que sea innecesario para la historia debe ser descartado. Si muestras una pistola, dispárala en algún momento. Si describes un detalle de un personaje, este debe volver para reafirmar algo después. Si llega un mensaje al principio de la trama, este debe tener consecuencias posteriormente. Etcétera.
Tom Spanbahuer llevó una forma del consejo a la figura de los “caballos”. Según Palahniuk, Spanbauer tomó el consejo de Gordon Lish. Y el axioma iría más o menos así: si vas a tomar una carreta para migrar de un punto del país a otro, vas a salir de una ciudad y llegar a la siguiente con los mismos caballos.
En esta acepción, los caballos serían los “temas”, los detalles, los elementos que conducen la historia. Y el consejo va más allá porque implicaría que entre menos caballos tengas y mejor los conozcas, más fácil será a) para el lector seguir la historia y b) para el autor, reducir la cantidad de nuevos elementos que se deben explicar para continuar con la misma.
Si presentas a los caballos desde el principio, si dejas clara la situación lo más pronto posible, puedes dedicarte a la acción, a la historia, la contingencia, con mayor velocidad. Pero del mismo modo, al tener el conjunto delineado con claridad en una primera fase, la inevitabilidad de los hechos se plantea por sí misma.
Los caballos de Lish/Spanbauer y la pistola de Chéjov son sistemas familiares que conducen al mismo objetivo: reducir el número de detalles innecesarios para la historia, establecer el terreno en el que esta se conduce, y producir en el lector una familiaridad que le permita afianzarse en la sucesión de los eventos. Y todo esto puede lograrse sin eliminar la sorpresa. Al contrario, según Spanbauer, el lector puede sentir que la forma en que se dará el desenlace se vuelve no predecible, sino inevitable.
La pistola y los caballos no reducen la tensión, sino que permiten concentrar la atención en las acciones. Y por lo tanto, pueden convertir en vertiginosa una resolución que, si requiriera de mayores explicaciones, perdería su fuerza.
Una cosa lleva a la otra
¿Mostrar la pistola al inicio de la trama implica que adelantamos el final? En cierto modo, esto puede ser cierto. En Fight Club de Palahniuk, el primer capítulo nos muestra al Narrador con la boca llena por el cañón de una pistola empuñada por Tyler Durden y una cuenta regresiva hacia la explosión final después de que el Comité de Demoliciones haya plantado las cargas en las columnas del edificio en la cima del cual se encuentran. Ya sabemos cómo va a acabar la historia. ¿O no?
Durante los próximos episodios, conoceremos la vida del Narrador, la forma en que conoció a Tyler y a Marla Singer, cómo todo se desmorona y se funda el primer club de lucha. Y es a lo largo de estos primeros momentos en que se nos van dando las pistas —sobre todo en las interacciones entre el Narrador y Marla— sobre la verdadera naturaleza de Tyler. De modo que, para cuando descubrimos lo que ocurre —momentos antes incluso de que el propio Narrador se vuelva consciente de ello—, los eventos que se han ido sucediendo se convierten en una cadena que es, como cabía esperar, inevitable.
El Narrador va a intentar huir y frustrar el plan de Tyler, pero este ha estado siempre varios pasos delante de él. El Narrador terminará en la situación que se nos describe en el primer episodio. Y el momento cumbre llegará. Pero aún nos guardará una sorpresa. Una última vuelta de tuerca que, además, se nos ha advertido en dos momentos distintos a lo largo de la trama. Lo inesperado se encuentra con lo inevitable. Y con ello, da lugar a lo imposible: a un final que cierra el ciclo pero que introduce una última incertidumbre.
¿Ya leíste el Club de la Pelea? La película de Fincher es una gran adaptación, por cierto.
Con el cañón en frente, solo queda la confianza
Claro que esto, los caballos y la pistola, son un recurso de muchos posibles para plantear una historia. Y, claro, que para lograr el efecto, se requiere de cierto nivel de dominio. Un pequeño salto de fe. Pero uno necesario.
Un apunte que viene al caso, quizá sea uno de los consejos de Stephen King en On Writing y que se puede resumir como “di la verdad”. Al respecto, el autor de Carrie o It se refería al viejo consejo de escribir sobre lo que se sabe y pone por ejemplo lo que puede ocurrir si quieres escribir una historia sobre naves espaciales pero lo único que has hecho en tu vida ha sido reparar fugas de agua. Bueno, pues a lo mejor lo que sí puedes contar es cómo se siente ser un fontanero en el espacio. Decir la verdad.
Para mi, también significa no tratar de ser más listo que el lector. ¿Por qué uno de los hombres en el restaurante llevaba un arma escondida sin que nosotros lo supiéramos? ¿Qué habría pasado si eliminamos al gato huyendo de la lluvia y vemos las cosas desde el punto de vista del hombre celoso que escucha la voz de su “amigo” mientras, con una mano, acaricia el mango de la pistola y, con la otra, levanta la copa de vino para llevarla a sus labios? Son solo preguntas que nadie tiene que responder. Pero que tienen que ver con caballos, pistolas y sobre todo, con la verdad: un relato no debería tener por objetivo engañarnos para sorprendernos, sino sorprendernos mediante la claridad de las consecuencias de los actos que se nos van apareciendo línea tras línea.
Pero esto, por supuesto, es solo una opinión de alguien que solo está tratando de aprender.
SERENDIPIAS
Pensé que serían solo dos. Pero no, ahora se dice que en realidad serán tres. Y cabía esperarse con el ritmo que ha tomado La Casa del Dragón.
Demasiado tiempo de un Daemon enloqueciendo en Harrenhall. Y salvo esos momentos de tensión dramática como el enfrentamiento entre Meleys y Rhaenys enfrentándose a Vaghar y Aemond, bueno, pues, ¿qué hay que decir?
Para los fans de George R. R. Martin esto puede resultar un deleite. Más de Rhaenyra y Allicent, más posibles enfrentamientos de dragones, y seguramente uno que otro guiño a la saga extendida. Pero en el fondo, parece más bien sobreexplotación de una novela de 248 páginas. Y ya sabemos lo que ocurrió con la forma en que se extendió Canción de Hielo y Fuego con sus ocho temporadas a partir de sus cinco libros y un sexto que cada día se antoja más lejano.
Por eso, cada vez soy más adepto de series limitadas. El problema surge cuando el éxito de una serie de este tipo termina animando a las productoras a extenderse. O no. Hablando de Martin, eso le ocurrió a Nightflyers que es una novela CiFi corta y que se adaptó a serie en Netflix pero que deja un cliffhanger al final de la temporada solo para ser después cancelada por la compañía de streaming.
Pero en series limitadas, hay ejemplos que valen la pena. Por ejemplo, está el caso de True Detective (en otro género, el policial) en el que cada temporada es autoconclusiva. De ellas, solo he visto la cuarta, que lleva el subtítulo de Night Country y que introduce elementos que pueden parecer sobrenaturales. La ventaja es esa, puedes ver cualquiera, en el orden que desees, sin esperar extensiones innecesarias.
Algo similar ocurre con Them (Amazon Prime) una serie de terror cuya segunda temporada puede verse sin necesidad de recurrir a la primera. O Materia Oscura, de la que también ya he hablado, que adapta en una sola temporada una novela de ciencia ficción. Historia Criminal, de Apple TV+, que mezcla policial con ciencia ficción, también tiene esta característica (además de contar con un Peter Capaldi estremecedoramente genial).
Por supuesto que suscribo al encanto de los cliffhangers de las series con temporadas continuas pero me parece que en algunos casos, y Game of Thrones puede resultar emblemático de esto, se abusa de la popularidad de una serie para alargarla más allá de lo necesario.
ONOMATOPEYAS
Esta bitácora está por cumplir tres meses. ¡Tres meses! Les confieso que ha habido semanas en que ha sido un poco más difícil cumplir con el hábito autoimpuesto de escribirles una carta pero también ha sido un ejercicio enriquecedor. Nada me gustaría más que recibir sus comentarios sobre estas entregas. ¿Qué temas les gustaría que se abordaran? ¿Qué géneros les gustaría ver explorados en los relatos de cada mes? ¿Qué les parece la extensión y regularidad de las publicaciones? Ojalá que con sus comentarios nos ayuden a mejorar las entregas pero, también, con sus Likes y Compartidos nos ayuden a llegar a más personas.
Como esto se trata de compartir y conectar, me gustaría cerrar la carta de esta semana recomendándoles Normie. Se trata de una novela por entregas que está siendo publicada en Substack por C.S.M., un escritor que elabora consejos de escritura creativa y que se ha animado a la autopublicación de una historia.
Normie va sobre Jack Campbell, un joven que vive en un futuro Estados Unidos distócico que se parece demasiado a las posibles consecuencias de un Estados Unidos contemporáneo. El protagonista se verá inmerso en una persecución cuando descubra que la historia de su país no es lo que parece.
Actualmente, se han publicado los primeros cuatro de nueve capítulos y aunque las entregas son en inglés, podrían darle una oportunidad mediante algún traductor en línea (yo uso Deepl cuando de plano no le agarro la onda a algo).
Muchas gracias por acompañarme en una nueva entrega semanal. Espero que nos encontremos de nuevo la próxima semana. Si no te has suscrito, puedes hacerlo con el botón que dejo abajo para que lleguen a tu correo las notificaciones de las próximas publicaciones. Si dejas un comentario, me dará gusto leerlo y por supuesto que voy a responder.
¡Nos vemos la próxima semana!