Amy Hempel y nueve escritoras mexicanas
Dos libros y una decena de mujeres | Siete haikus | Liberar algo hermoso al mundo y sus consecuencias
La semana pasada te contaba sobre las Listas de Lectura y esta ocasión quiero platicarte de dos de los libros que estaban en curso y que, por fin, he terminado. Se trata del compendio de Cuentos Completos de Amy Hempel y, por otra parte, de El Discreto Encanto de Narrar, 9 escritoras mexicanas de los 70. Lo que sigue no es una reseña literaria sino una apreciación personal, así que, en ese tono, hablaré de lo que me gustó de cada uno y nada más. Que es bastante.
A cada libro llegué sin buscarlo, como suele pasarnos a menudo. ¿Qué querías leer cuando terminaste abriendo el libro que te ha acompañado en los últimos días?
Una tarde me acordé de mi amiga Nadia Villafuerte —digo mi amiga por no decir que hace mucho que no la veo y que es una de esas personas a las que se extraña no cuando se le necesita sino cuando se quiere compartir algo con ella—. La última vez que me encontré con Nadia fue en el aeropuerto de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, donde ella nació y yo crecí. Yo fui a dejar a mi hermana que estaba por volver a casa y ella, no recuerdo, ¿llegaba o se iba? El caso es que sería imposible verla después y nos tomamos unos minutos para platicar, darnos un abrazo y desear reencontrarnos pronto, cosa esta última que no ha podido ocurrir.
El caso es que, acordándome de ella por algo que estaba leyendo, me pregunté si encontraría alguno de sus libros en Amazon. De Nadia tengo sus Barcos en Houston —nunca conseguí ¿Te gusta el látex, cielo?— que son volúmenes de cuentos, así como Por el Lado Salvaje, su novela. Cada una es una joya —y no lo digo por cariño— al menos por dos razones, la primera y más importante, es por la calidad que cada uno transmite; la segunda es porque es imposible encontrarlos hoy en día. Están agotados y muchos seguimos esperando reediciones. El único accesible de este modo es justamente el primero que fue reeditado por Downstate Legacies el año pasado con una traducción al inglés de Julie Ann Ward, escritora estadounidense. Así que tener cualquiera de las ediciones es como tener un pequeño regalo hecho a uno mismo.
Pero, como decía, busqué en Amazon alguna de sus publicaciones y lo que encontré fueron tres cosas: la revista Your Impossible Voice de 2021 en la que se encuentra uno de sus relatos, la antología elaborada por Rogelio Guada titulada Los pelos en la mano, cuentos de la realidad actual y, por el que me decanté, El Discreto Encanto de Narrar, una selección de Maritza M. Buendía y Galfira Rocha, con prólogo de Mónica Lavín en una edición de Textofilia.
Nueve escritoras, múltiples voces
El Discreto Encanto de Narrar es una selección que muestra parte del trabajo de nueve autoras nacidas en la década de 1970 y que, en palabras de Mónica Lavín, muestran cómo “los mismos dilemas de la condición humana atosigan a los personajes que buscan (…) su rebanada de paraíso imposible”.
Las autoras reunidas son, en el orden en que se presentan que es el alfabético, Liliana Blum, Raquel Castro, Maritza M. Buendía, Iliana Olmedo, Glafira Rocha, Paola Tinoco, Socorro Venegas, Nadia Villafuerte y Karla Zárate.
Los textos varían en tono y estilo tanto como en confección y, a lo largo del volumen, uno puede estar tentado a detenerse en momentos e imágenes como cuando la narradora de en “Campo de fresas”, de Liliana Blum, dice: “La infancia es un mar de malentendidos”, en el momento en que se nos desvela la fractura vital del personaje.
Asomos al fantástico se nos dejan ver en los textos de Raquel Castro y experimentaciones, tal como la que ofrece Maritza M. Buendía en su “Azul” en un momento cuando “el vestido la sigue como agua derramada en el piso” o cuando señala que “el deseo era un pájaro volando alrededor de la mujer que se introducía en su boca, picándole la lengua”.
Detrás de lo cotidiano se esconden puntos de fuga como lo sugieren los textos de Iliana Olmedo que en su “Al fondo Central Park” nos recuerda que “así debe ser el amor, un chispazo que fluye”.
Glafira Rocha ofrece otra muestra de lo fantástico en sus textos, Paola Tinoco devela el amor triste en medio de una cena de navidad y la angustia de la entrega, mientras Karla Zárate visita paisajes de sueños en sus relatos.
Confesaré que disfruté especialmente “Pertenencias” de Socorro Venegas y la forma en que el duelo une a dos personajes con una necesidad, el deshacerse de aquello que perteneció a otra vida. Venegas nos recuerda, en un momento que “uno puede morir de desesperación si piensa en cómo un sillón sobrevive a un ser amado”.
Voy a detener más de la cuenta en Nadia Villafuerte —no solo por cariño, aunque también— porque los dos textos que presenta en este volumen muestran, creo, mucho más de lo que dicen.
“Casas”, una reflexión sobre la forma en que habitamos —el mundo, la ciudad, la vida— toma como pretexto un viaje en ferry y la llegada a una pensión para reflexionar en el “vinculo inquebrantable entre el espacio físico y quien lo ocupa”, sin dejar de advertirnos que “más vale no ambicionar una ciudad que jamás podremos poseer”.
Todo transcurre en ese viaje en el que la autora, a medio camino entre el personaje y la introspección —¿es esto un ensayo, una crónica, una ventana que no sabíamos que abríamos?—, observa el mundo y reconoce que “estilizar después de todo es convertir lo que se observa en un estado de excepción”.
“Yo sé que tengo más prejuicios que principios, pero así de voluble es el ejercicio de la especulación” dice Nadia en “Casas”, antes de realizar un paseo en “Las Ominosas” donde el recuerdo de tres mujeres con las que se ha encontrado le permite decir:
«Sería aterrador que no se atravesaran esos seres que nos recuerdan, de hecho, que hay algo que no encaja en el paisaje. Está bien que nos sintamos amenazados y que los demás ejerzan su derecho a estar locos porque a diferencia de quienes lo ocultan o lo reprimen, ellos no pueden contenerlo más.»
La selección de El Discreto Encanto… es una forma de acercarse a estas nueve autoras y de echar un vistazo al paisaje literario del que forman parte y al que, en conjunto, dan forma. Es, también, una manera de pensar en nuevas listas de lectura.
P. ¿No eres tan bueno como Amy Hempel? R. Nadie lo es.
En Consider This, de Chuck Palahniuk (cuyo subtítulo se traduciría como “momentos en mi vida de escritor después de los cuales todo fue diferente”), el autor de The Fight Club comparte una serie de postales acompañada de un conjunto de consejos para quienes quieren contar historias. Es una especie de taller compactado en un libro que se lee como cualquiera de sus otros libros, con momentos que te arrancan una risa y otros que te hacen querer tomar un trago para pasarte las lágrimas.
Hacia el final del tomo hay una tabla con una serie de problemas que puedes enfrentar cuando escribes, todos son consejos muy puntuales para dificultades muy concretas. La tabla cierra con la pregunta problemática: ¿Tu trabajo no es tan bueno como el de Amy Hempel? Y la solución que ofrece Chuck es, “El de ninguno lo es”.
Palahniuk se refiere con admiración y cariño hacia Hempel y al abordar los consejos de escritura se refiere en múltiples ocasiones a su trabajo, en un tono que me hizo decidir buscar el tomo con sus Cuentos Completos (disponible por Seix Barral en una traducción de Silvia Barvero Marchena). He terminado el volumen en días pasados y no sabría por dónde empezar a hablar.
La introducción de Rick Moody señala que el volumen reúne sus libros de relatos y que, leídos en ese orden, permiten ver la trayectoria y crecimiento de la autora, su maestría refinada a lo largo del tiempo. Y no podía ser más cierto.
Sería difícil ir señalando, relato por relato, esas luces que aparecen a lo largo de todo el volumen así que, en su lugar, me referiré a algunas frases cuya potencia no se puede pasar por alto.
En uno de sus primeros textos, Hempel deja que la mujer que cuenta la historia diga que “cuando vives aquí, te olvidas de que solo porque has dejado de hundirte no significa que no estés ya bajo el agua”. Frases sencillas pero innegables como “qué poco hace falta para que todo se eche a perder” o cuando en otro texto se dice: “Lo peor ya ha pasado, y no puedo decir que me alegre”.
Los personajes de Hempel cuentan la historia orbitando alrededor de “ese momento en que todo fue diferente”, una premisa de Tom Spanbauer y que Palahniuk no deja de transmitir como un mantra en Consider This.
Se puede hacer una enciclopedia con los ejemplos descriptivos que Hempel borda a lo largo de los relatos. ¿Cómo es una mirada dirigida a un impertinente? Ella nos dice: “La mirada que la chica lanzó a su hermano podría haber planchado la ropa”. Y uno sonríe al atravesar la escena porque sabe cómo son esas miradas.
Cada relato, cada historia diferente, está hilvanada de tal forma que uno se pregunta si en realidad no se está leyendo una novela. No por la uniformidad del tono, que es variable, o por el parecido entre personajes, que son disímiles. Sino por esa unidad que está más allá del tema y que tiene que ver con cómo se cuentan estas historias.
Toca detenerse de nuevo, ahora, en dos ejemplos.
“La Cosecha” narra el accidente que le ocurre a una mujer que nos cuenta la historia solo para desmentirla inmediatamente. La segunda parte del cuento inicia: “Cuando cuento la verdad omito muchos detalles. Me pasa lo mismo cuando escribo una historia” y, a partir de ahí, el relato es despedazado y vuelto a armar de tal modo que se vuelve innegable.
El siguiente ejemplo es “Una piedra entre anguilas”. El relato nos deja conocer a una mujer que ha perdido a su madre y que, en un momento dado, recuerda a otras madres, lo que han hecho por sus hijas, lo que han sido. Cada SEÑORA TAL es un párrafo que contiene una historia. Microficciones que puntean el relato con un ritmo cuya fuerza parece empujarnos hacia adelante, como el frenazo del auto conducido por la SEÑORA JOHNS. Al final de la lista (lo que me recuerda el consejo de Palahniuk sobre el uso de listas) la narradora se detiene:
«Me ocupa casi todo el tiempo de mi viaje rememorar a estas madres. Las fundo a todas en una y resulta que los Buenos Momentos junto a mi Madre no darían el agua suficiente para empapar ni siquiera una caja de ciruelas pasas.»
“Tumble Home”, el más extenso del volumen y más cerca a la novela, ubica la historia en una casa de retiro para pacientes de salud mental. La mujer que narra la historia escribe una carta larga a un amante y se detiene a recordar pasajes de su vida, una vida que quiere revelar a ese hombre cuyo nombre no se dice pero a quien va dirigida cada palabra. De hecho, la carta inicia así:
“He escrito cartas que han sido inútiles, pero he escrito pocas, creo, que hayan sido mentira.”
Más adelante, mientras revela esa vida a un hombre que conoce poco y ante el que busca ser totalmente transparente, confiesa:
“¿Qué puedo decir hoy de mí? Que soy la última en cerrar la ventana cuando empieza a llover.”
Al recordar un viaje, cuenta:
“¿Sabes una cosa? A menudo siento el efecto que produce en mí un lugar solo después de abandonarlo. (…) A menudo, siento el efecto que produce en mí la gente solo después de que me hayan abandonado.”
Cada página de los Cuentos Completos de Amy Hempel, pues, obligan a plantearse la pregunta que Palahniuk deja en su lista de consejos y uno tiene que coincidir con su respuesta. Nadie es como Hempel.
SERENDIPIA
Haikus en serie.
Ojo
Cántaro que va
del agua al aire, lleno
de luz, al cielo.
Vista
Instantánea,
la luz aletea, es
una mirada.
Gota
Un océano
se vierte por la orilla
de un precipicio.
Lluvia
Ángel y cristal
en caída de espejos:
Húmeda legión.
Café
Olor a tierra,
río derramándose
por la garganta.
Fruta
Beso y almíbar,
mordida y horizonte
en tu sonrisa.
Cometa
Sueños al viento,
estelas de sonrisas
hieren el cielo.
ONOMATOPEYA
Como parte del juego aquel que era Twitter (hoy X) en los “viejos tiempos”, algunas personas escribían “poetuits” y microficciones (supongo que José Luis Zárate @joseluiszarate) es el mejor ejemplo de esto último. Yo me uní al trend con mis propios experimentos tuiteros y entre ellos estaban los haikus que se leen en el apartado anterior publicados entre 2010 y 2014.
Esas publicaciones esporádicas terminaron por desaparecer pero no sabría decirles por qué. ¿Eran buenos? No puedo decirlo. ¿Volveré a hacerlo? No puedes saberlo. (¿Reconoces la referencia?).
Creo que de lo que se trataba era del mero disfrute de la experimentación, un ejercicio que se vuelve más difícil de realizar con los años. Uno crece (o se vuelve viejo, dependiendo del grado de optimismo) y algo se pierde. Se gana vergüenza o qué se yo. Es algo con lo que estoy lidiando y tratando de resolver porque, después de todo, si quieres escribir, ¿no se trata de abrirse al mundo?
Hay un capítulo de la serie animada Bluey que se llama Stickbird. En él, la familia está en la playa y el papá, Bandit, camina junto a la hija menor, Bingo, cuando se encuentran una rama que tiene la forma de la cabeza de un ave. La niña la toma y construye una escultura con arena a partir de eso. Siguen su camino y, a lo lejos, pueden ver cómo otros niños pasan jugando y uno de ellos destruye el ave. Bingo corre para ver el estropicio y se entristece. No entiende por qué destruyeron el ave. El diálogo que sigue cuando Bandit intenta animarla es el siguiente:
—Me gustaba el pájaro —dice Bingo, aún molesta.
—Sí, a mí también. Era hermoso —responde Bandit, mientras caminan hacia la playa—. Pero, cuando pones algo hermoso en el mundo, en realidad ya no es tuyo.
Supongo, creo, siento que cuando nos dedicamos a crear —en cualquiera de sus formas—, hay una aspiración básica de lograr algo hermoso —también, en cualquiera de sus formas— y hay que aceptar que una vez lo ponemos en el mundo, ya no nos pertenece. Con todas sus consecuencias.
Gracias por acompañarme esta semana. ¿Has leído a alguna de las autoras que mencionamos en esta ocasión? ¿Qué te parecen? Seguro tienes una favorita. También aceptamos recomendaciones así que si tienes alguna qué compartir, por favor, deja tu comentario.
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Pues, solo dar la gracias por poner en mi radar este par de libros y sumarlos a la lista interminable; de las autoras antologadas solo he leído a Liliana Blum, con sus novelas El Monstruo pentápedo, el cual recomiendo ampliamente pero hay que tener estómago pues el tema de la pedofilia es muy cruento, "El libro perdido de Henirich Böll" y "Pandora". Conocí a Socorro Venegas en una clase virtual y me busqué algunos de sus libros, te recomiendo Vindictas del cual es antologadora.
Pero sobre todo me quedo con el dialogo de Bluey ❤️❤️❤️ cuánta razón!!!
Saludos.